LA VIDA CONTINÚA
domingo, 04 de diciembre del 2011 a las 23:00
El sentía mucho más de lo humanamente creíble . Puede incluso que su prosa no fuese lo bella que él deseara, pero era su estilo y no sabría hacerlo de otra manera.
Exceso de sensibilidad es la de ese hombre y puede que sea la excepción de la tónica general que atribuía a las mujeres ese exceso de tan sublime cualidad.
Y en el fondo solo necesitaba un mínimo de comprensión, algo que hacía algún tiempo no encontraba. Aunque parezca exagerado, no es gratuita esta afirmación que se hace con el corazón mas que con la razón.
No puedo saber si esa incomprensión que sentía era debida a su manera de actuar ante los acontecimientos diarios, a la manera de comunicar sus verdaderos sentimientos, o tal vez a su falta de sinceridad.
Sentíase solo y a veces perdido, pero lo que más le dolía es esa forma en que la vida transcurría, sin sentir el apoyo que tanto le aliviaba, de sus ascendientes y amigos . Familiares y amigos la mayoría de ellos desaparecidos, si no en combate bélico,, sí en el verdadero combate de la vida diaria.
Como decía la Santa de Ávila " cada dia tiene su afán" y es lo que toca a los que van quedando que son muchos, a pesar de los que se marcharon, y a los que él recuerda con todo el cariño del que es susceptible.
Lo mas recordado y sangrante fue la pérdida de una hermana mucho mas joven que él, tras larga y muy penosa enfermedad. Difícil es digerir cosas así, pero que son irremediables. Y es lo que más le desesperaba, lo irremediable.
Aquello de por doler me duele hasta el aliento, que decía el poeta de Orihuela, sentialo R. N., sin duda a chorros.
Una vida plena conlleva siempre pérdidas y ganancias; casi siempre el balance suele ser positivo, o al menos eso pensaba el personaje hasta hace unos meses y que ahora en las horas bajas, duda.
Debería bastarle el haber tenido una vida laboral plena, llena de satisfacciones y de tener unos hijos que han conseguido por ellos mismos una situación muy estable y tener unos nietos maravillosos. El hombre no obstante, no acaba de sentirse pleno, ¿por qué ?, a veces me lo pregunto en estos días en los que le veo cabizbajo.
A pesar de llevar juntos mas de treinta años y profesarse mutuamente un amor incondicional, son incapaces de comunicarse y, sobre todo, de entenderse. Cada uno reacciona de modo distinto ante una puesta de sol, una amenaza, la posibilidad de una infidelidad...y hasta de cualquier insignificancia.
Ella vive en alerta permanente, y con el consumismo a flor de piel, mientras que él hace todo lo posible por abandonarse al curso de la vida y lucha por desembarazarse de su conciencia, sus prejuicios y la herencia que se ha convertido en un fardo.
Y todo pasó como una luz que se apagó, aunque el corazón siga latiendo.
Exceso de sensibilidad es la de ese hombre y puede que sea la excepción de la tónica general que atribuía a las mujeres ese exceso de tan sublime cualidad.
Y en el fondo solo necesitaba un mínimo de comprensión, algo que hacía algún tiempo no encontraba. Aunque parezca exagerado, no es gratuita esta afirmación que se hace con el corazón mas que con la razón.
No puedo saber si esa incomprensión que sentía era debida a su manera de actuar ante los acontecimientos diarios, a la manera de comunicar sus verdaderos sentimientos, o tal vez a su falta de sinceridad.
Sentíase solo y a veces perdido, pero lo que más le dolía es esa forma en que la vida transcurría, sin sentir el apoyo que tanto le aliviaba, de sus ascendientes y amigos . Familiares y amigos la mayoría de ellos desaparecidos, si no en combate bélico,, sí en el verdadero combate de la vida diaria.
Como decía la Santa de Ávila " cada dia tiene su afán" y es lo que toca a los que van quedando que son muchos, a pesar de los que se marcharon, y a los que él recuerda con todo el cariño del que es susceptible.
Lo mas recordado y sangrante fue la pérdida de una hermana mucho mas joven que él, tras larga y muy penosa enfermedad. Difícil es digerir cosas así, pero que son irremediables. Y es lo que más le desesperaba, lo irremediable.
Aquello de por doler me duele hasta el aliento, que decía el poeta de Orihuela, sentialo R. N., sin duda a chorros.
Una vida plena conlleva siempre pérdidas y ganancias; casi siempre el balance suele ser positivo, o al menos eso pensaba el personaje hasta hace unos meses y que ahora en las horas bajas, duda.
Debería bastarle el haber tenido una vida laboral plena, llena de satisfacciones y de tener unos hijos que han conseguido por ellos mismos una situación muy estable y tener unos nietos maravillosos. El hombre no obstante, no acaba de sentirse pleno, ¿por qué ?, a veces me lo pregunto en estos días en los que le veo cabizbajo.
A pesar de llevar juntos mas de treinta años y profesarse mutuamente un amor incondicional, son incapaces de comunicarse y, sobre todo, de entenderse. Cada uno reacciona de modo distinto ante una puesta de sol, una amenaza, la posibilidad de una infidelidad...y hasta de cualquier insignificancia.
Ella vive en alerta permanente, y con el consumismo a flor de piel, mientras que él hace todo lo posible por abandonarse al curso de la vida y lucha por desembarazarse de su conciencia, sus prejuicios y la herencia que se ha convertido en un fardo.
Y todo pasó como una luz que se apagó, aunque el corazón siga latiendo.
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