jueves, 7 de marzo de 2013

¡ Que viene Herrero !

 

¡ Que viene Herrero !

lunes, 10 de octubre del 2011 a las 12:00
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Manolito tenia siete años , vivía con sus padres e Isabelita su hermana,  un año mayor que él y su abuela materna  Ramona. Era esta la familia de Manolito en aquel poblado norteafricano. Era un niño dócil que asistía a las clases  y que cumplía rigurosamente con todas las normas que la represiva  sociedad del momento le demandaba.

Dicho  esto no era difícil comprobar que Manolito era persona sin grandes exigencias y sin grandes problemas, eso si, el sometimiento a los mayores era  una realidad insoslayable y el respeto  a la norma era tan  incuestionable como el desarrollo de los deberes diario.

Manolito tenia muchas veces la boca abierta  no por la admiración de algo  maravilloso para él , sino al parecer por alguna causa orgánica, supongo. Su madre Mercedes  le decía con frecuencia –¡ Manolito cierra la boca!. Ni que decir tiene que la reacción era inmediata y  sin rechistar, obedecía .

Manolito tienes la boca como el buzón de Correos, le repetía a veces. Esto parece que ya no le hacía ni pizca de gracia, pues se veía asimismo   como esos  enormes leones  melenudos, de latón verdecidos por el óxido y tragándose las cartas en el exterior de la oficina de Correos.

Entre el circulo de amistades de la familia de Manolito estaba el  médico Herrero, que así se apellidaba, el que con mas asiduidad les visitaba en las aburridísimas tardes invernales. Ese aburrimiento tan propio de los niños de la época , y  que no experimentan nuestros niños de ahora con tantos juguetes electrónicos.

Cierto día Herrero ve la boca abierta de Manolito y aventura  un conocido diagnóstico y pronuncia una palabra que al niño se le antojó  extrañísima, "vegetaciones". " Y   a ver si me lo llevan al consultorio un día de estos " Esta última  frase del galeno no sentó muy bien al niño, que huía  de una bata blanca como gato del agua.

La vida transcurría apaciblemente sin la menor alteración. Ramona paseaba por los alrededores de la casa sola o con sus nietos y charlaba con los morillos de la escuela. De ellos aprendía palabras que a ella le interesaban relacionadas con la cocina, canela-carfa, laurel-randa. A su nieto al que adoraba, le libraba de alguna pelea cuando se enredaba con algún morillo de su edad.

Un día mandan a Manolito con un frasco conteniendo la orina de Ramona,  para ser analizada, al consultorio del pueblo. Este se divisaba desde la casa a una distancia no muy lejana.

El Consultorio lleno de indígenas y casi todos  con enfermedades endémicas de la región,  conjuntivitis y tiña, extrañábanse de la presencia del niño europeo con el frasco en la mano.

-¡Hola Manolito le dice la enfermera, ven pasa !

Entra el niño en la consulta de Herrero y este le dice:
 -Ven siéntate aquí.

- Yo he venido a traer la orina de mi abuela.

Una sonrisa maliciosa,  la complicidad entre enfermera y médico auguraban lo peor . Manolito se impacientaba y sentíase cada vez mas acorralado

-Siéntate que quiero ver una cosa, dice Herrero

-¡¡Que no me siento ea!!. a la vez que decía de forma recurrente lo de .... yo he venido para traer  la orina de ni abuela.

Herrero  insta a la enfermera que le ayude a sujetarle

Sentado en el sillón del quirófano con la boca cerrada,  por esta vez,  se espera lo peor.

-Manolito, ordena Herrero ¡ Abre la boca !

- ¡Que no !

El médico con una mano fuerza en los carrillos del niño para abrirle la boca, mientras con la otra introduce los dedos para explorarle.

No se lo pensó dos veces,  Manolito muerde con todas sus fuerzas los dedos de Herrero  que exclama ¡ ay granuja ! y deja libre al niño que sale despavorido hacia su casa.

El recuerdo inmediato de este suceso,  llevará momentos de strés y toda la resonancia emocional  que conlleva esos traumas infantiles.

Se enteró todo el pueblo. Cada vez que el niño veía acercarse a la casa al doctor, salía a esconderse. y su padres le asustaban entre bromas algunas veces con  aquello de ¡¡que viene Herrero !!

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