viernes, 8 de marzo de 2013

Uad Lau II


Uad Lau II

sábado, 13 de marzo del 2010 a las 23:00
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  Es fácil recordar lo que nos fue muy querido y fácil  también escribir de aquellos recuerdos que   nos vienen a la mente, con toda  nitidez, con toda  frescura,  casi como sí  lo volviéramos a vivir.
La lectura de La Ruta de Arturo Barea me trae recuerdos que creía olvidados. Ciertamente los cambios antiguamente eran muy escasos, Veo que ahora en diez años pueden cambiar mas las cosas que antes en cincuenta,  creo no exagerar al afirmarlo.

La acción de la  segunda novela  de la trilogía  de  Barea transcurre al principio de los años  veinte,  El escenario es la guerra de Marruecos, En ese momento Arturo esta haciendo el servicio militar en Tetuán.

Yo viví  en Marruecos desde las cinco años hasta los once en una primera etapa y de los dieciséis  a los diecinueve en una segunda. La razón es que durante la primera, mi padre estaba destinado en Uad Lau y en la segunda fue destinado a Tetuán.

 Yo no podía vivir con mis padres en un poblado donde no había Instituto de  Enseñanza Media. Por eso me vine a Cádiz para hacer el bachillerato, lejos de ellos,  a estudiar en el  Instituto Columela. Viví en casa de mi abuela materna, Ramona.

Mis recuerdo de entonces son vivísimos. Quizás por el cambio tan radical entre las sociedades españolas y marroquíes. Cuando yo llegué a Marruecos Arturo Barea hacía ya muchos años que vivía en Londres y había pasado todas las vicisitudes que nos cuenta de  su intensa y dilatada vida. Y ahora  su vida en Tetuán, el   Zoco el Arba y las cabilas de los alrededores de Melilla.

Hay mucha similitud entre el paisaje que describe Barea y el que yo me pude encontrar treinta años después,  a mis seis años de edad porque no cambia casi nada en ese país y en esos años.
Cuando de forma recurrente habla de la calle de La Luneta en La Ruta , se refiere a una calle céntrica de Tetuán. Bueno pues no dejó de ser una calle importante en mi infancia. La calle Luneta estaba iluminadísima en la noche tetuaní y era lugar de encuentro y de compra de todos los europeos .

Abarrotadas de tiendas de hindúes,  hebreos y anuncios de Coca-Cola en los edificios de sus calles,  a todo color con las luces de Neón.

Treinta años antes Arturo Barea vivía en el Marruecos de Abdel Krim y el Raisuni . Este último no se que  edad tendría en la guerra del Rif . Aunque no es difícil averiguarlo con los buenos buscadores que tenemos a nuestro alcance. Y digo esto porque conocí a un Raisuni en Uad Lau que era un anciano de unos ochenta años. Mi abuela nos dijo que el Raisuni fue muy importante en la guerra del Rif. Y fue un personaje ambiguo, en el sentido que unas veces parecía amigo y otras lo contrario, durante la duración del conflicto, del que fue el principal cabecilla.

La primera vez que viajaba a Uad Lau yo tenía seis  años y mi hermana siete. Éramos Isabelita y Manolito con mis padres y mi abuela Ramona. Ramona Gonzalez Milan, sabía bien lo que decía pues conocía muy bien  detalles de algunas de las hazañas de los españoles en aquella guerra. Le gustaba la Historia de España  y leía mucha prensa diaria en Cádiz.
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Esa carretera que construía Barea en el zoco el Arba, era la que después se prolongaría hasta la ciudad santa de Xauen, era vital para comunicar con la zona de operaciones militares de Yebala.
Oía entonces a mi padre hablar de aquellos lugares que tan familiares resultó a Barea como Zoco el Arba. En la novela se omite que se trataba de El zoco El arba de Beni Hasan. Las cabilas llevan el prefijo Beni antes del nombre.

El zoco era el centro comercial de Marruecos y apenas ha variado desde entonces. Mercado al aire libre, dispuesto generalmente en las afueras de las poblaciones  a campo abierto. Los Zocos llevan el nombre del día de la semana en que se celebran: Tenín (Lunes), Telata (Martes), Arbaa (Miércoles), Jemis (Jueves), Yumaa (Viernes), Sebt (Sábado) y Had (Domingo). Estas palabras como los tacos o los números era lo primero que aprendíamos los niños españoles.
 Para distinguir los zocos celebrados en el mismo día en una ciudad o cabila determinada, toman el apelativo de la misma ciudad, cabila o fracción en que tienen lugar en Uad Lau era Telata de Uad Lau o Telata de Beni Said.
En todas las Kabilas habia un zoco; Beni Ider, Anyera, Beni Gorfet,  Beni Bufrah, Beni Sidel; o, el de ciudad o poblado correspondiente: Xauen, Arcila, Alcázar, Melusa, Malalien, Driuch; de algún santuario próximo: Sidi el Iamani, Sidi Buquer;.Todas estas ciudades que he nombrado  son del norte de Marruecos y concretamente de la region de Yebala.Osea el tan nombrado por Barea,  Zoco el Arba, quiere decir el zoco que se calebra el miercoles.

En los Zocos encuentra el marroquí todo lo que necesita para su vida, especialmente azúcar, té, velas, jabones, tela, ropa confeccionada, petroleo , cerillas,  babuchas, utensilios de cocina, arados, especias, pescado. Sobre todo las especias. Es el increíble colorido y mezcla de olores que no he olvidado a pesar del tiempo transcurrido.
 
Mariano  Pérez Andreu y Amparo  su hermana eran dos niños en  Uad Lau  con los que mas intimamos mi hermana y yo. Estos niños eran los dos hijos del AT S del pueblo que entonces le decíamos El Practicante. Se llamaba Esteban y  su esposa Alfonsa. Otros niños  eran Gerardo Martínez Barrera,  Jaime Cristóbal  Román,  Manoli de la Torre Basulto y su hermana Mari carmen. Gerardo era el mayor y se notaba. Hacía alarde de su puntería lanzando piedras y también en el manejo del tirachinas. Era el líder en los juegos y en las correrías por las Cabilas. Este niño era el hijo del contramaestre de la armada, don Diego. Los morillos también jugaban con nosotros. A veces al futbol a veces a policías y ladrones.
 
 En aquella época había una mía de la Mehal la en un campamento a unos cuatro kilómetros del núcleo urbano . Estaba al mando del campamento un capitán y cuatro tenientes. Diariamente les veimos galopar hacia el campamento . Vivian cerca de casa en una agrupación de casas unifamiliares. La nuestra era una unifamiliar junto a la escuela.
 
En aquellas tardes calurosas de primavera los niños ya nos bañábamos en la extraordinaria playa de Uad -Lau. Aquellas  tardes de primavera por la carretera que llevaba al campamento de la Mehal-la, y junto a la acequia y junto al bosque, donde solíamos jugar hasta el oscurecer. Se inicia allí la cuesta que lleva por la carretera al campamento de los mahal- lawis. Arboles de moreras jalonan la margen izquierda de la carretera.
 
Algunas veces al atardecer aparece por la cuesta un hombre casi arrastrándose  con el peso de los años y por una pesada chilaba marrón. Nos saluda a los niños con la mano al tiempo que nos dice ULA ULA  (hola ,  hola ) y nos suele obsequiar con alguna golosina, que saca de una bolsa.
 
Aquel  anciano cansado, de paso corto y mirada intensa nos dijeron que se llamaba Raisuni.

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